[sustran] abril a escala humana

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Wed Mar 23 11:15:10 JST 2005


CICLORED
El boletín del transporte a escala humana
Marzo - abril,  05


Los pequeños personajes

Están allí, a la vista, expuestos, pero nadie los mira, como si no tuvieran
ojos. Abren las silenciosas puertas, conducen los invisibles autos,
trasladan los maletines cargados, contestan las líneas privadas, estampan
sellos en las sigilosas cartas. Nadie los nota porque son invisibles en un
mundo donde el rango importa.

Pero un día salen a la luz. Cuentan la historia pequeña, la del conciliábulo
y la   cofradía corrupta. La de ayer y la de hoy. Tienen copias de las
cartas, conocen los itinerarios secretos, graban las conversaciones, toman
los videos de las cajas fuertes. De pronto están en las planas de los
diarios, en los noticieros, descritos en las columnas de opinión; mostrando
la ropa sucia, contando las relaciones oscuras de su jefes. Adquieren
importancia y dejan de ser ignorados para ser negados, denigrados,
perseguidos y amenazados; ocultados y vueltos a encontrar. Les ofrecen el
dinero que nunca antes les quisieron pagar, les hablan con la misma boca
sucia de los negocios que presenciaron durante años. Y en ese momento, los
que antes los despreciaron  se dan cuenta, tardía y extemporáneamente, pero
entienden. En un rapto de lucidez inútil, como un amor que no se supo
valorar, comprenden esa mirada antigua y constante que nunca pudieron
descifrar.

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La felicidad a los noventa

Por esa época tuve la rara impresión de que se estaba volviendo mayor  antes
de tiempo. Se lo comenté a Rosa Cabarcas, y a ella le pareció natural.
Cumple quince años  el cinco de diciembre, me dijo. Una Sagitario perfecta.
Me inquietó que fuera tan real como para cumplir años. ¿Qué podría
regalarle?  Una bicicleta, dijo Rosa Cabarcas. Tiene que atravesar la ciudad
dos veces al día para ir a pegar botones. Me mostró en la trastienda la
bicicleta que usaba, y de verdad me pareció una cacharro indigno de una
mujer tan bien amada. Sin embargo me conmovió como la prueba tangible de que
Delgadina existía en la vida real.

Cuando fui a comprar la mejor bicicleta para ella no puede resistir la
tentación de probarla y di algunas vueltas casuales en la rampa del almacén.
Al vendedor que me preguntó  la edad le contesté con la coquetería de la
vejez: Voy a cumplir noventa y uno. El empleado dijo justo lo que yo
quería: pues representa veinte menos. Yo mismo no entendía cómo conservaba
la práctica del colegio, y me sentí colmado por un gozo radiante. Empecé a
cantar. Primero para mí mismo, en voz baja, y después a todo pecho con
ínfulas del gran Caruso, por entre los bazares abigarrados y el tráfico
demente del mercado público. La gente me miraba divertida, me gritaban, me
incitaban a participar en la vuelta a Colombia en silla de ruedas. Yo les
hacía con la mano un saludo de navegante feliz sin interrumpir la canción.
Esa semana, en homenaje a diciembre, escribí otra nota atrevida: Cómo ser
feliz en bicicleta a los noventa años.   (Gabriel García Márquez, Memoria de
mis putas tristes, Ed. Norma, 2004)

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Manejar sin señalización

De paseo por Friesland , uno se topa con ciertas peculiaridades. El lugar no
solo es casi llano, sin semáforos, cárteles ni señalizaciones sino que no
tiene una división entre la calle y la vereda. Se trataba, básicamente, de
una plaza lisa pavimentada. Pero el tránsito  - un paso constante de
camiones, autos, colectivos, motos, bicicletas y peatones - se desplazaba
fluidamente, como si estuviese dirigido por un inspector invisible.

Cuando Monderman, ingeniero vial y diseñador de la intersección, cruzó la
cale sin mirar, los conductores frenaron para darle paso. Nadie le tocó la
bocina ni lo insultó por la ventana. "¿quién tiene prioridad de paso? " ,
preguntó. "No importa. Aquí las personas tienen que encontrar la solución
entre sí, y usar la cabeza", se respondió.

Utilizada por 20,000 conductores de vehículos por día, la intersección forma
parte de una revolución del trazado vial que encabeza Monderman, de 59 años.
Su obra en Friesland, el distrito del norte de Holanda que incluye a
Drachten, es considerada como el tránsito del futuro en Europa.
España , Dinamarca, Austria , Suecia y Gran Bretaña están haciendo pruebas
con diversas variantes de lo que se ha llamado "espacio compartido"     y la
Unión Europea ha designado una comisión de especialistas para desarrollar un
estudio en toda Europa.
La filosofía de Monderman es sencilla: manejar se vuelve más seguro sólo
cuando  hay más peligro en el tránsito y los conductores dejan de mirar los
carteles y comienzan a mirarse entre sí.
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El Proyecto Combi

'Radio Inca es un programador urbano en Lima, pues constituye uno de los
mecanismos  de generación y modelación urbana." Radio Inka promueve el
folklore - eventos urbanos - logrando congregar multitudes, generando un
fuerte impacto, que sirve como un punto de inserción para las diferentes
dinámicas en muchos puntos de la ciudad - estos eventos propician la
aparición "espontánea" de actividades conjuntas - como comercio ambulatorio,
restaurantes, bares, hoteles, farmacias  ... etc - que también causa la
aparición de nuevas rutas de transporte, congestión del tráfico, cambios en
el precio del suelo, etc...


El "Proyecto Combi' trata sobre la "modelación" de Lima Metropolitana , los
'dj-arquitectos' estarán a cargo de esta tarea, adoptando los mecanismos
generados por Radio Inca como procesador urbano - la caja negra - donde se
llevan a cabo abiertas convocatorias a la población. Vía línea telefónica ,
ellos serán capaces de explicar las necesidades urbanas y arquitectónicas
(in-put), a través del Cuerpo de arquitectos voluntarios'. El CAV irá a los
lugares escogidos en la ciudad, atendiendo las demandas requeridas,
generando dinámicas para insertar "códigos de información' en la estructura
de la ciudad y para estimular un desarrollo regenerativo (out-put).

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Dulce pedaleo en la alfombra blanca

Como cada día, salí esta mañana enroscado en mi bufanda y calzándome los
guantes dispuesto a coger mi bicicleta para ir a la estación de tren de
Azuqueca. Es un viaje de ocho minutos (2,5 Km.), de noche, pero
despejadísimo de tráfico, por calles tranquilas y llanas, exceptuando una
sola bajada. Suelo salir con tiempo suficiente, para tomármelo sin prisas,
pedaleando suavemente cuando los músculos están aún desesperezándose. Cuando
abrí la puerta, justo en ese momento, un copo de nieve que se soltó del
tejado cayó frente a mí, y tras él, la visión de la parte delantera de mi
jardín, totalmente inundada por la nieve. No había visto tanta nieve junta
desde aquella excursión de Pedalibre por el Puerto de la Quesera, cerca de
Majaelrayo. Me entró una mezcla de alegría por tanta belleza y desasosiego
por el miedo a llegar tarde a coger el tren (salen cada quince minutos, y si
pierdo el de las 6,55, llego tarde al trabajo). Lo primero que pensé fue en
ponerme la capa de lluvia, pues estaba nevando todavía, suave, pero nevando.
Pero me dije que no, que la capa me quita algo de visibilidad y yo quería
verlo todo, todo tan diferente, como si fuera un camino nuevo, intuyendo por
donde debo ir.

Cogí mi bicicleta, que estaba debajo del techado, y la llevé a la calle.
Allí se me llenó el pecho de una tremenda ilusión. La calle estaba
totalmente cubierta de algo más de cinco centímetros de nieve, y la única
huella que había era la de mi vecino que también va en bici y que sale
quince minutos antes que yo, pero incluso ésa se estaba borrando, debido a
la nieve que caía encima. Estaba deseando lanzarme a pisar la nieve con las
ruedas de mi bicicleta, así que la lancé hacia adelante y comencé a
pedalear. Oía el ahogado sonido del contacto de la rueda con la nieve, como
pequeños crujidos y, al mismo tiempo, un trasfondo que se asemeja a un
susurro. Comencé a hacer eses por el camino. Miré para atrás: la huella de
la bicicleta había dejado una bonita estela que zigzagueaba de un lado a
otro de la calle. Me imaginaba las personas que pasaran al cabo de un rato
por ahí y vieran esas huellas... se iban a preguntar muchas cosas ;-) Por la
vereda de Vallehermoso me puse a gritar de alegría, seguro de que no me
oiría nadie. Más adelante, una muchacha iba andando en la misma dirección
que yo, oyó el sonido de mi bicicleta y se apartó. Me miró un poco
sorprendida. Mientras me sonreía, me saludó con la mano, sintiendo que algo
nos unía, que éramos dos afortunados compartiendo el mismo momento mágico.
Yo le dediqué la más enorme de mis sonrisas.

La nieve seguía cayendo, y el cristal de las gafas se me iba llenando de
nieve que me impedía ver, por lo que tenía que hacer con un dedo el gesto de
un limpiaparabrisas. En la cuesta abajo de la calle de la Noguera tocaba ir
muy despacio, porque la nieve y los frenazos no son muy buenos amigos. Al
llegar a la estación decidí que no iba a aparcar la bicicleta en el mismo
sitio de siempre, fuera, en una farola, sino dentro, en la barandilla de
unas escaleras en el mismo andén. Según estaba nevando, tenía la sensación
de que, si la dejaba fuera, por la tarde quizás no la encontraría, cubierta
por la nieve como podría estar. Pasé el vestíbulo, hacia el andén. La gente
estaba allí esperando al tren, huyendo del frío y de la nieve. Todo el mundo
se me quedaba mirando muy sorprendidos, algunos algo divertidos, casi todos
sonreían. Yo me imaginaba que era por la locura de ir en bici con esta
nieve. La gente se apartaba y me hacían un pasillo. Al llegar a la puerta, y
antes de abrirla para salir fuera, me vi reflejado: Era todo un número,
parecía el hombre de las nieves. La ropa, los guantes, el pelo, la bufanda,
parte de las gafas, todo blanco. Hasta el manillar de la bici, en las partes
que no había fijado mis manos, estaban cubiertas por una ligera capa de
nieve. Miré hacia atrás, hacia la gente. Todos me miraban y tenían una
enorme sonrisa. Seguro que alguno se apunta a coger la bici en la próxima
nevada, aunque sólo sea para recibir tantas sonrisas juntas.

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La descarga cultural del Barrio Venecia

Empezamos a pensar en el término descarga cultural a partir del primer
periódico en El Cerro. La forma en la que se hace un periódico es puro toma
y daca. La analogía es simple: músicos que improvisan sobre una base común y
que se van contestando unos a otros, enriqueciendo un tema melódico y
jugando con el ritmo. Vimos que con la gente sucedía una cosa parecida,
aportábamos los instrumentos, la gente los utilizaba y les sacaba sonidos
que nunca pensamos se les podía sacar. El uso del escáner por ejemplo, nunca
pensamos que iba a servir para escanear comida o ropa o brazos y partes del
cuerpo. Por ahí a descarga también funciona en la manera en cómo tiramos del
hilo a la gente. Hay quien nos dice: no ahora no, que tengo prisa, y
nosotros: pues cuéntanos de la prisa que tú tienes. Ese es el asunto.
Lo de la descarga se entiende mejor si contamos del Barrio Venecia de Bogotá
y de Alirio y la pancarta. En aquella ocasión participamos en la bienal que
tienen en el barrio y que como gancho remeda en el nombre de la italiana.
Resulta que mandamos a hacer una pancarta, con tipografías de esas bajadas
de Internet, la cual explicaba de manera demasiado sintética, nuestro
proyecto. Decía Bienvenidos, llegó la Descarga Cultural, Estación Móvil
Barrio Venecia, Siga. La pancarta quedó colgada en la fachada del garaje de
la casa de Alirio que era donde estábamos trabajando. Al principio, los
primeros días, no llegaba nadie. Siempre pasa eso al principio. Estás solo,
no llega nadie, estas pensando que te has equivocado , que quién te mandaba
a la otra parte del mundo a hacer eso que no le importa a nadie.
Abrimos un jueves, no vino nadie, tampoco el viernes, y el sábado Alirio que
es profesor de enseñanza primaria y ese día no trabajaba llegó y dijo que el
problema era la pancarta, que era muy bonita pero que no se entendía nada.
Entonces lo que él hizo fue redactar una pancarta a mano, explicando todo lo
que la nuestra no decía: gratis, entre y cuente una historia, hágase un
retrato, tómese un café y que éramos artistas peruanos.- españoles. Eso
también es parte de lo que aprendemos, ejemplifica lo de la descarga
cultural y el intercambio. Al final decidimos incluir las dos pancartas.
(Raimond Chaves y Gilda Mantilla. Hangeando, Periódico de Cordel. Estación
Móvil ed. Lima 2004)


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Invitación (a propósito del texto anterior)

Mañana miércoles a las 7:30 pm en la Sala Miró Quesada Garland de la
Municipalidad de Miraflores, y como clausura de la exposición
Radio-Barrio-Combi presentación de la charla musicalizada: "El Toque
Criollo" un proyecto del artista visual colombo-catalán Raimond Chaves.

Chaves (Bogotá, 1963) presenta un relato de imágenes, música y palabras a
caballo entre la lección de historia, la narración del viajero y el pase de
diapositivas. Un proyecto articulado a partir de las cubiertas de viejos
long-plays comprados en mercados de pulgas de Colombia, Perú, Puerto Rico y
el Caribe.

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El cholo y el mar

DOS

Desde las tribunas del estadio Nou Camp se ve el antiguo cementerio de
Barcelona. Para los hinchas debe ser una comprobación fáctica de la vida
eterna. Está terminando la visita a este templo deportivo y la mayor certeza
que ha ofrecido conocerlo es que en el Perú se juega cualquier cosa menos
fútbol. Fue sin embargo el nombre de un peruano el que ha generado esta
visita. Nombre que ha sido olímpicamente ignorado en los 45 minutos que dura
el tour: Hugo Sotil.
En el museo anexo, sin embargo, sí existía Sotil. Había dos fotos de la
histórica formación que hizo campeonar al Barcelona después de 25
años -Cruyff, Sotil, Neeskens- y un mazo de naipes donde el peruano sale
retratado con arco, flecha y pluma. La visita no había sido en vano.
En Barcelona provoca caminar, que es lo que una ciudad debiera provocar. Y
calle que tomes, bien orientado, conduce al mar. Vagando frente a la playa
de la Barceloneta reaparece Sotil. Esta vez en un taller en La Victoria,
contando la improbable historia de cómo malogró su Ferrari amarillo porque
no lo podía hacer correr por las callejuelas de Barcelona, en días que era
rey de la cancha y príncipe de los puticlubs catalanes. Tiempos en que
Serrat lo iba a saludar al camarín.
Ahora Serrat pelea con el cáncer, los jugadores de fútbol son franquicias
que patean y el Cholo no se pelea con nadie, ni siquiera con su pasado.
Miles de compatriotas en España que buscan sobrevivir como mano de obra
barata, jamás lo vieron jugar. Sus antiguos empleadores, los del Barza FC,
lo recuerdan emplumado.
Por eso solo aparece por Barcelona cuando se le invoca, segunda cerveza
mediante, frente al mar. Manos a la cintura, mirando sin decir nada. Allá
los que se arrepientan de haber vivido. (Jaime Bedoya,  Revista Caretas)


Carlos Cordero Velásquez
CICLORED - Centro de Asesoría
y Capacitación para el Transporte
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Perú

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