[sustran] abril a escala humana

[Carlos Cordero Velásquez]

CICLORED
El boletín del transporte a escala humana
abril - mayo, 04


El reino cercano

En un mundo de paralelos infinitos, la calle que bordea el malecón y dota a
la noche de un sabor luminoso es seguida por la avenida Pedro de Osma,
resguardada por inmensos ficus y a cuyo pie un museo de arquitectura
republicana y contenido colonial opera como vestigio de una ciudad
desaparecida. El flanco siguiente da inicio a las callecitas con nombre de
batalla olvidada, pletóricas  de pequeños negocios, de gentes que han hecho
de sus casas talleres medievales, burgo donde se vive y se vende, donde se
bebe y se saluda al borde las puertas. Donde todos saben a todos.

Ese es el reino de lo cercano, el sitio al que le conoces cada hueco y
también la ruta cotidiana y propicia para que la bici adquiera bajo el sol
cierto tono de balance que sacude el sopor del verano. Entre esas calles me
pierdo algunas mañanas para despedir el hambre y solicitar de cuando en vez
a los artesanos un poco de maquillaje de casa, algo de mantenimiento
rutinario para que el agua fluya,   la electricidad alumbre y las paredes no
pierdan color.

Esa es también el área descrita por la municipalidad como "zona de transito
restringido" este domingo para la reunión de gobernadores del BID, para la
ceremonia  en el museo de la avenida y su recurrente seguridad inventada:
"lleve su documento de identidad" dice la esquela municipal repartida por
todas las casas y entre líneas queda claro que la avenida será una vez más
invadida por las camionetas policiales y los autos lujosos; montados sobre
las veredas, maltratando los retiros, estorbando el paso ciudadano, por los
mismos que salen después en la televisión a exigir orden urbano, mientras
cada una de sus reuniones exige que se cierren las calles para que todo
transcurra en ese orden inventado a expensas del resto, en esa vuelta de
tuerca que refleja la realidad.

Pero hoy todavía es viernes, la mañana pasó muy rápido y no hubo tiempo de
poner algo en la refrigeradora,  por eso a contramano de la habitual visita
mañanera me aventuro a la noche, a recorrer las tiendas que no han cerrado
todavía y hola para los dependientes,  cansados del largo día, cerrando  sus
puertas y rejas, arreglando cuentas y balances, empezando a despercudirse de
otra semana. A primera vista parece un activo masivo de clausura pero a
segunda, un acto de transición en el día y su continuidad.

Con el apuro de la circunstancia cargas un par de bolsas que suman al
equilibrio habitual del timón y el pedal y empiezas la vuelta camino al
malecón, mientras la chiquilla que atiende en las mañanas se quita el
delantal,  empieza a llenarse la cara de polvos mientras los otros apilan
cajas y barren el establecimiento. En la calle un novio misterioso ronda sin
cesar la bodeguita de la esquina, los viejitos se arremolinan alrededor del
bar y el partido de fútbol repetido.
El humo de los anticuchos impregna el aire y convoca a los viandantes. Más
allá la señora Susana, gobernanta de los almuerzos y la  paila de los
menestrales y jubilados del barrio, se alista  para su reunión de congéneres
y tres puertas después César, el carpintero oficial, rodeado por una
alfombra de aserrín, reemplaza el formón por unas cervezas dispuestas y
heladas. Es el mismo tiempo de los vigilantes que cambian de turno como
cambia el barrio de función, como cambia la gente y su hora; cada uno en su
telenovela, su fiesta particular,  mezclados con la necesidad de que la
calle siga siendo de todos aunque todos por un rato de viernes no sean los
mismos. Cruzo la avenida, suena una sirena y el mar parece estar más lejos
que nunca.

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Persecución implacable

En la De Diego fiebra la fiesta patronal de nalgas. Rotundas en sus pantis
super-look, imponentes en perfil de falda tubo, insurgentes bajo el fascismo
de la faja, abismales, olímpicas, nucleares, surcan las aceras riopedrenses
como invencibles aeronaves nacionales.
Entre el culipandeo, más intenso que un arrebato colombiano, más
perseverante que Somoza, el Tipo rastrea a la Tipa.  Fiel como una procesión
de semana santa con su rosario de qué buena estás, mamichulín, qué bien te
ves, qué ricos te quedan esos pantaloncitos, qué chula está esa hembrota,
men , que canto e silán, tanta carne y yo comiendo hueso...

La verdad es que la Tipa está buena. Se le transparenta el brassiere. Se le
marca el Triangulo de las Bermudas a cada temblequeo de taco fino. Pero la
verdad es que el tipo transaría hasta por un palo de mapo disfrazado de
pelotero.

Adiossss preciosa, se desinfla el tipo en sensuales sibilancias, arrimando
peligrosamente el hocico a los technicolores rizos de la perseguida. La cual
acelera automática y, con un remeneo de nalgas en high, pone momentáneamente
a salvo su virtud.
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Pero el salsero solitario vuelve al pernil, soneando sin tregua: qué chasis,
negra, qué masetera estás, qué materia prima, qué tronco e jeva, qué zocos,
mama, quién fuera lluvia pa caelte encima.

Dos días bíblicos dura el asedio. Dos días de cabecidura persecución y
enconcorante cantaleta. Dos luengos días de qué chulería, trigueña, si te
mango te hago leña, qué bestia esa hembra, sea mi vida, por ti soy capaz
hasta de trabajal,  pa quién te estarás guardando en nevera, abusadora.

Al tercer día, frente por frente a Almacenes Pitusa y al toque de sofrito de
mediodía, la víctima coge impulso, gira espectacular sobre sus precarios
tacones y: encestaaaaaaaaaa: Vamos?

 (fragmento de Letra para Salsa y Tres Soneos por Encargo.  Ana Lidia Vega.
en Apalabramiento Ediciones del Norte, 1983)

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Ensayos sobre la gobernabilidad (1)

El congresista de Unidad Nacional José León Luna Gálvez atropelló, esta
mañana, a un oficial de la Policía Nacional, cuando éste intentaba detener
la camioneta particular en la que se trasladaba.
El parlamentario golpeó al técnico Walter Ruiz con una camioneta Lad Cruiser
Toyota de placa PIS-829, luego de que se interviniera al vehículo -de
propiedad privada- por poseer tres órdenes de captura. El técnico de la PNP
trabajaba en un operativo dirigido por el personal de servicio de
administración tributaria (SAT).

El incidente ocurrió en el cruce de las avenidas Pettit Thouars con 28 de
Julio. Luna Gálvez intentó y se dio a la fuga.
Luego de proferir una serie de improperios e insultos, el congresista cerró
el vehículo y se dio a la fuga. (tomado de los periódicos limeños)

Ensayos sobre la gobernabilidad (2)

¿Cómo lo eligieron?

No es como acá, que hay un montón de candidatos. Allá son pocos. Como
acuerdo entre todos los asháninkas, me eligieron. Como yo era un muchacho
bueno, un hombre bueno, con buenos pensamientos, me escogieron. Buscan que
sepa trabajar la chacra, que sepa cazar, que sepa usar las flechas. Y que
sepa canciones artísticas. Yo trabajo, cuido a mi gente, a mis mujeres, veo
mi trabajo. Hay otros dirigentes en Chanchamayo, en Satipo, en sitios
shipibos, aguarunas y matsiguengas y algunos han sido comprados. En cambio,
nosotros cuidamos la identidad Asháninka. Somos autónomos. Claro que también
uso pantalones y camisas para trabajar o hacer alguna cosa y cristiano
también hablamos un poco. En otras partes, más andinas, ya han aprendido  a
hablar y escribir castellano, ya han perdido sus costumbres.

Me decía que sabe canciones. ¿Cuál le gusta más?

(canta en Asháninka, luego explica) Es como un valse. Y la letra dice,
"¿dónde está tu pierna? ¿Dónde está caminando? Venga. Romántica es (risas).

(entrevista de José Gabriel Chueca a Amadeo Barboza, curaca Asháninka, Perú
21.   29/3/04 )


Ensayos sobre la gobernabilidad (3)

El colegio Manuel Gonzales Prada, ubicado a la espalda del Museo de la
Nación donde se celebra la Asamblea de gobernadores del BID, no puede
iniciar sus clases, porque ha sido convertido en una playa de
estacionamiento para los automóviles que acuden al evento de la
multilateral.  La orden de utilizar al colegio como lugar de parqueo fue
impartida por el Ministerio de Educación.

Ensayos sobre la gobernabilidad (4)

El presidente de la República y el líder de la oposición aparecieron el
domingo en el prime time de los dos principales  canales de televisión.
Obtuvieron 9 y 12 puntos  de sintonía, respectivamente. Las dos principales
series de televisión que transmiten los mismos canales y que reseñan la vida
de un barrio de clase media obtienen en conjunto 30 puntos de rating cada
día.

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La foto y el mapa

Un ómnibus se cae al abismo a mitad del camino de Cusco a Abancay. La mitad
de los pasajeros fallece. ¿Se ha dado cuenta de la diferencia con un
accidente en carretera de la costa? La foto. Cualquier muerte masiva en la
Panamericana y alrededores tiene la imagen asegurada: una portada al día
siguiente en los diarios, o la noche anterior algunas imágenes en el
noticiario. Un evento similar en los Andes o la Amazonía se mueve en otra
dimensión, el mapa: dos puntos con un nombre encima, una línea más o menos
sinuosa que los une y en alguna parte del trazo una marca que indica el
lugar del accidente.

Tenemos así una clara, y jerarquizada, distinción de realidades en los
medios: hay las realidades de foto y las realidades de mapa. Se dirá, en
previsible réplica que el mapita se pone porque los camarógrafos no llegan,
es muy difícil llegar allá pues. En efecto, el camino a la foto todavía es
algo socialmente muy difícil en el país.

La foto permite una reconstrucción en la imaginación de lo que sucedió, es
algo que se inserta en el universo de fantasías personales y de grupo. El
mapa es una abstracción, ahí no hay nada por imaginar: puede tratarse de una
lección de geografía, una tarea escolar, la ruta del tesoro o efectivamente
la indicación de una desgracia. No hay cercanía posible con un mapa. En
cualquier caso, los sentidos son puestos entre paréntesis.

En los tiempos actuales vivimos una curiosa inversión: tradicionalmente los
mapas eran la representación del límite por excelencia, el símbolo del
patriotismo. La foto era una mera y literal 'ilustración', de una
importancia retórica similar al ejemplo en un discurso.

Ahora la imagen plantea límites, incluso penales, como en el caso de los
"vladivideos" porque supone la existencia de un público. Los banqueros y
empresarios que traficaron influencias podrán ser absueltos por todos los
poderes judiciales imaginables, pero que estuvieron donde estuvieron es algo
que ya pertenece al dominio público.

El mapa ahora ilustra una realidad donde no hay límites, donde cualquier
cosa puede pasar porque 'está lejos'. Una comunidad campesina diezmada por
el terror en la anterior década era un punto en el mapa, como en los
accidentes de ahora. Una tragedia en mapa duele menos, la reparación es
menos urgente. Son los 'excesos', 'las cosas que pasan pues' (Guillermo
Nugent, Correo, 24/1/04 )

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Esperanzas que van y tienen

Ella preguntó cómo era una ciudad sin lluvia. Él, que la lluvia es esperanza
pero no expectativa. Ella que nunca podría vivir allí, él que la esperanza
moja también. ¿De verdad existe la esperanza? , preguntó ella, montada en su
sonrisa. "Mira el cielo" dijo el tipo: una nube automática se corrió de
sitio y empezó a llover.

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La carga histórica

Bien se comprende la doble y contradictoria hipótesis que podría sugerir así
la evidente "carga" histórica de los recorridos del metro. Tantas estaciones
y otras tantas situaciones o personajes reconocidos, conservados,
magnificados: el tren se desliza por nuestra historia a velocidad acelerada;
incansable, cual una  lanzadera que va y viene en los dos sentidos, une los
grandes hombres, los lugares ilustres y los grandes momentos, pasando de
Gambetta a Louise Michel, de la Bastille a l´Etoile o de Stalingrad a
Campo-Formio y viceversa. De manera que tomar el metro sería en cierto modo
celebrar el culto de los antepasados. Pero evidentemente ese culto, si es
que lo hay, es inconsciente; muchos nombres de estaciones nada dicen a
quienes los leen o los  oyen, y aquellos a quienes dicen algo no piensan
necesariamente en el objeto cuando pronuncian el nombre. Si hay culto,
podría objetarse entonces, se trata de un culto muerto: lejos de confrontar
la sociedad de hoy  con su pasado y a los individuos que la componen con su
historia, los recorridos del metro dispersan por los cuatro puntos
cardinales de Paris a hombres y mujeres presurosos o fatigados, que sueñan
con vagones vacíos y andenes desiertos, empujados por la urgencia de su vida
cotidiana, y que en el plano que consultan o en las estaciones que se
suceden sólo perciben el decurso más o menos rápido de su propia existencia
personal, y apreciada en términos  de adelanto y retraso.   (Marc Augé, El
Viajero subterráneo)

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La confianza

Se despierta y baja de la cama como clavadista del trampolín. Ayuda a la
vecina  en la puerta de la casa, le da un beso y sigue caminando. Más
adelante se cruza con un amigo, cambian un par de palabras y sin quitarle la
mirada le dice: "a sus desórdenes". El mirado lo escruta extrañado, antes
que él replique: "Nos vemos en la reunión", se despiden con una sonrisa al
vuelo. Se sube al autobús  y unas cuadras después se baja sin que se haya
completamente detenido, cruza entre  los autos como si la calle estuviera
vacía e ingresa a  la oficina. El sol quema el día.

La desconfianza

La pareja se despide en el taxi, ella le dice, entre pregunta y sugerencia,
¿nos vemos, no? El hace un texto indescifrable de su cara y se baja. El
chofer examina el billete bajo la luz interior "parece bueno", murmura. El
vigilante ingresa al estado alerta hasta que termina por reconocer al tipo
del auto y se dispone a abrir la reja. ¿Todo bien? pregunta,  "En orden",
dice el vigilante. Desde arriba,  el vecino asomado a la ventana termina por
cerrarla y se vuelve a dormir.


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Carlos Cordero Velásquez
CICLORED - Centro de Asesoría
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